sábado, 27 de febrero de 2010

EL SURREALISMO EN ARTE FOTOGRÁFICO



El subtítulo de Arte Fotográfico es en este caso un preámbulo: “Revista de la Imagen”. 110 creaciones presenta Antonio Cabello, su director, en el monográfico dedicado al Surrealismo (nº 622). 11 autores 11 en 64 páginas que conforman la visión onírica del Quijote que somos, representado en la cubierta por Mariano Villalta. La fotografía surrealista es “enigmática y atractiva”, lo dice Bárbara Mur en el apunte histórico con referencias a los clásicos, y aprovechamos sus calificativos porque página tras página, autor tras autor, uno y otro aumentan (enigma y atracción).
¿Cómo calificar el surrealismo? José F. Gálvez lo define en la revista como “una maravillosa locura”, y es que en el concepto cabe todo porque el mundo de los sueños no tiene límites.
¿Quiénes son los elegidos? Nicolás M. J. Berlingieri, Anna Bodnar, Joan Garrigosa, Pavel Kaplun, Emilio López-Galiacho, Chema Madoz, Devil McKean, Rodney Smith, Diego Speri, Mariano Villalba y Raúl Villaba.
Con este tema y con estos autores la visión es extraordinaria. Cada obra es una, íntegra, pero el conjunto también es uno, íntegro. Y todos son Dalí o Dreyer, pintura, cine y fotografía; o lo que es lo mismo, la fotografía se integra en el arte llamado surrealista.
En el surrealismo no sirven los porqués. La factoría de ficciones discurre por los territorios privados, y esa irrealidad real de los viajeros va dejando testimonios que se configuran en recreaciones. Más allá de la conciencia brotan los delirios en pingües erupciones que son líneas quebradas.
Todo esto es surrealismo, una (otra) idea de Antonio Cabello para demostrar que Gómez de la Serna tenía razón (por eso Madoz ha ilustrado las greguerías del genio). El gran Ramón dejó escrito: “Está prohibido hacer fotografías con el ombligo”. Nada que entender, basta con que sea enigmático y atractivo.