El cuerpo es la representación de
nuestra existencia, la forma en que recreamos o interpretamos el papel que nos
ha tocado en suerte. Este número de Arte
Fotográfico esta destinado al cuerpo, o eso cree su director… pero la
realidad es que desde los cuerpos recreados por los diez autores
seleccionados lo que se nos presenta es el alma, la esencia.
Efectivamente, la cara es el
espejo del alma. Miren fijamente a los ojos de esa mujer que aparece en la
portada y díganme si Oleg Dou no ha captado su alma. Y así de principio a fin,
con dos denominadores comunes en los autores: por un lado la juventud y por
otro la experiencia, en una combinación que da como resultado, una vez más,
otro coleccionable.
La lectura de las imágenes es
siempre abierta, esa es una de las propiedades de la fotografía (quizá la
primera), por eso les diré lo que yo veo, que no tiene que coincidir con lo que
ustedes adivinen: dudas (Oleg Dou), historias (Christian Tagliavini), conciencias
(Michal Macku), fantasmas (Misha Gordin), sueños (Olivier Valsecchi), sombras (Denis
Rouvre), transformaciones (Erwin Olaf), documentos (Isabel Muñoz), delicadezas
(Sylvia Markis), paisajes (Musin Yohan).
En definitiva, una sorprendente
forma de presentar la fotografía corporal, brillante, delicada y naturalmente
artística. Vuelvo a mojarme, y elijo una fotografía: el grupo de hombres
enmascarados que se aferran a tablones de madera, una especie de penitentes en procesión
que expían la culpa. Me parece sublime.
Hay más, un artículo de Juan
Pedro Clemente que resume medio siglo de historia de la fotografía española, y
como broche el apunte “Desmintiendo bulos” de Antonio Cabellos, donde repasa el
estado de la cuestión y deja en evidencia a quienes han marcado pautas sin
antes documentarse, provocando así un efecto en cadena que ha hecho verdad del
bulo.