sábado, 17 de octubre de 2009

Los ojos de la pintura: de Tiziano a Picasso



Jean Baptiste Simeon Chardín. Retrato de Aguste Gabriel Godefroy, 1741

Un Tiziano y un Velázquez. Estas son las dos obras que nos reciben al entrar en la sala de exposiciones. Dos retratos sorprendentes del que solo desvelaré uno: la enorme figura del Conde-Duque de Olivares. ¿Qué hace el valido de un monarca español en un museo brasileño? Fue lo primero que se me ocurrió mientras contemplaba la perfección de la llave que Velázquez pintó bajo el cinturón de don Gaspar de Guzmán.
Las 33 obras maestras que se exponen son, efectivamente maestras. Han sido descolgadas de las salas del Museo de Arte de Sao Paulo para que dejen de mirar a los de siempre y fijen sus ojos en gente nueva: nosotros.
Los ojos de los retratados nos miran desde cualquier parte. Te pongas donde te pongas, los ojos de los personajes (re)creados por Modigliani, Hals, Van Dyck, Manet, Corot, Cezanne, Toulouse Lautrec, Goya y otros que seguro que ahora olvido, se clavan en los nuestros para decirnos que aunque el tiempo haya pasado están ahí, siempre vivos y expectantes.
Se disfruta porque los autores son de lujo; también porque hay mucha belleza en los retratos. Sin embargo, hay uno que llama la atención por el descaro del personaje: el retrato que pintó don Francisco de Goya a Fernando VII (el mismo al que el pueblo llamó el Deseado y que fue dictador hasta sus últimos días).
Este Fernando VII es deforme y arrogante, cruel en su mirada, coqueto y con esos ojos del poder que atemoriza. Si el gran artista soñador lo vio así, es que debió ser terrible. Pero este no es más que un trozo de la deliciosa tarta de nata y chocolate que el Museo de Arte de Sao Paulo nos ha regalado. Hay que dejarse mirar para contar luego que hemos sigo observados por los grandes de la historia.

Mirar y ser visto. De Tiziano a Picasso
El retrato en la colección del Museo de Arte de Sao Paulo
Fundación Maphre. Paseo de Recoletos, 23, Madrid

Italia en la Fotografía y en la Pintura del siglo XIX


Giorgio Sommer. Mangiatori di maccharoni
Museo d´Orsay. París


Los fotógrafos del XIX retrataron la Italia romántica con el mismo gusto que lo hicieron los pintores, y al tiempo que dejaban la impronta del arte de Daguerre documentaron sus rincones. Ese país maravilloso, donde cada piedra está vinculada a la historia de una civilización, fue el escenario y el modelo para los viajeros ávidos de emociones. También lo fue España, donde además de las ruinas históricas eran los tipos los que seducían a los visitantes.
Ver Italia y morir es sobre todo una exposición para los amantes de la fotografía, porque la pintura aparece aquí como complementaria, y me atrevo a decir que incluso innecesaria en algunos aspectos de la muestra.
Los daguerrotipos con los que el visitante se encuentra al inicio de la exposición son documentos únicos y maravillosos, impecables en su conservación muchos de ellos. Pero también las albúminas, calotipos y papeles a la sal.
Contemplar la belleza de la Italia decimonónica desde la belleza de la fotografía es posible. En algún momento he tenido que vencer la tentación… pero las joyas siguen allí.

Ver Italia y morir
Fotografía y pintura en la Italia del siglo XIX
Fundación MAPFRE
Paseo de Recoletos, 23 /Madrid

viernes, 2 de octubre de 2009

WORLD PRESS PHOTO EN LA RED

World Press Photo presenta en la red su archivo fotográfico. Más de 10.000 instantáneas tomadas desde 1955, cuando la organización comenzó a premiar las mejores fotografías publicadas en la prensa de todo el mundo. Los galardones otorgados desde entonces han sido 2.100 a 1372 fotógrafos de 79 nacionalidades. Entre las instantáneas se encuentra la foto de Tejero en el Congreso de los Diputados durante el intento de golpe de Estado del 23-F, tomada por el Manuel Pérez Barriopedro, de la agencia EFE. Se incluyen asimismo los trabajos premiados a autores españoles como Cristina Garcia Rodero, José Cendón, Isabel Muñoz, Carlos Spottorno o Lorena Ros.
archive@worldpressphoto.org