lunes, 3 de agosto de 2009

Desayuno, comida y cena. La vida en tres comidas

Desayuno, comida y cena.
Esta es mi vida, creo que la vida de la mayoría de los españoles (escribo del país de lo imprevisto, de los otros se poco o nada). Cada jornada de mi existencia se divide en cuatro partes marcadas por las actividades digestivas. Hay dos tiempos largos y dos cortos. Los largos se desarrollan antes y después de la comida de mediodía, los cortos antes y después del desayuno y la cena. Hay también quien merienda, pero a estos no los considero pues son hijos de la gula y no entran en el cupo global a los que dedico el texto.
Esta mañana, cuando me he dado cuenta de la importancia que tenían las comidas en mi vida me he sentido más animal y por tanto más tranquilo, pues de un tiempo a esta parte parecerse a los animales en sus comportamientos me parece más razonable (la ética es cosa de la razón y los animales no razonan, pero sus comportamientos tienen dosis de sensatez).
Hoy he desayunado, comido y cenado. Y mientras tomaba el primer café pensaba en lo que haría hasta la comida, cunado comía pensaba en lo que haría por la tarde, y en la cena he pensado en terminar algunas cosas antes de que el sueño me venza.
Llevo así la tira de años y en un cálculo aproximado les diré que he realizado unas 60.000 comidas en total (sumando desayunos, almuerzos y cenas). Pero ahora no me preocupa el pasado, sino el futuro.
¿Cuántas comidas me quedan?
¡Joder con la filosofía! Voy a releer a Ortega.

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